Cuando el cine llegó a México, los habitantes gozaban de una tranquilidad debido a la dictadura de Porfirio Díaz. Había un superávit y se permitían tener lujos. Las vistas lograban un fuerte impacto en los espectadores. Creían al principio que el tren que se mostraba en el proyector iba a irse contra ellos, porque lucía tan real. La gente de la aristocracia reclamaba su lugar en la sociedad y empezaron a proyectarse vistas privadas.
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